TRUMP TRAMPEA
Madrid, 03-08-2020
(Lectura fácil 😊)
Con
el calorazo acudimos mi sobrino Evaristo y yo a la tertulia telemática de mi
bar favorito, administrada por sus dos eficaces androides, ANDREA y SAM, con
refrescos y helados en lugar de los cafés habituales.
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Dicen algunos, señala Evaristo, que Donald Trump se
convertirá en un “okupa” en La Casa Blanca si pierde la elección presidencial
del próximo 3 de noviembre.

“Lo
del colchón de Sánchez fue una ridiculez de cotillas de programas televisivos
de quinta división”, opina agudamente ANDREA.
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Es imposible que Trump se niegue a entregar la
Presidencia, afirmo. La toma de posesión tiene siempre lugar ese 20 de enero
junto al Congreso. El Presidente, nuevo o el anterior si ha sido reelegido,
jura el cargo ante el Presidente del Tribunal Supremo (“Chief Justice”). Biden
será Presidente tras jurar, preciso, y da igual donde se instale luego. Lo
propio sería en la Casa Blanca, pero puede hacerlo en otro lugar. Otra cosa es
que Trump diese un espectáculo vergonzante y bochornoso. El Presidente estadounidense
lo es por haber sido elegido por el Colegio Electoral. Formalmente, ello se
ratifica con su toma de posesión el 20 de enero en presencia de numerosas
autoridades y mucho público.
“Trump
podría, pues”, señala SAM, “ver la toma de posesión de Biden en un televisor de
la Casa Blanca sin poder impedir el relevo”.
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En efecto, asiento. Trump podrá aceptar de buena o mala gana
su derrota, pero tendrá que asumirla. Bien es verdad que, si el resultado es
ajustado, puede que Trump interponga reclamaciones judiciales y haga
funcionar su propaganda para provocar incertidumbres. Habrá que ver qué pasa,
pero entre el 3 de noviembre y el 20 de enero es difícil que no se aclare cualquier
duda.

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Tienes razón en todo, reconozco sin entrar al trapo agitado
por Evaristo que sonríe maliciosamente.
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Con Biden la relación transatlántica se estabilizará, señala
Evaristo cambiando de tercio, pero los europeos deben invertir más en su
defensa. Otra cosa será articular una verdadera defensa europea.
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Es algo complicado, reconozco. Habrá, asimismo, que resolver
la cuestión de su disuasión nuclear. Debe organizarse esta defensa europea de
un modo compatible con la Alianza Atlántica, el instrumento que liga a los EEUU
con la protección de Europa, de la UE y de otros países cercanos pero ajenos a
esta última.
“Ana
Palacio, antigua ministra de Exteriores con Aznar”, señala SAM mirando su
tableta, “reclama esa defensa europea porque, argumenta, con Trump, Washington
se ha alejado de la OTAN”.

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Cierto, reconoce Evaristo. Por eso tendrán siempre un pie en
Europa y la OTAN podrá ser más o menos fuerte, mejor o peor liderada por los
EEUU, pero no se disolverá. Lo único que realmente pone de los nervios a
los americanos es la remolonearía europea respecto de sus propias inversiones
en defensa.
“No solo a
los americanos”, apostilla ANDREA. En esto, mi pantalla parpadea y el tiempo se
acaba. ANDREA y SAM nos despiden, solos en el
bar vacío.
Carlos
Miranda, Embajador de España