¿UN AÑO VERDADERAMENTE
NUEVO?
Madrid, 03-01-2022
(Lectura rápida 😊)
La
terraza de mi bar favorito está bien arropada por vidrieras, sombrillas y calentadores.
Los androides ANDREA y SAM nos han traído, ya en este año nuevo, a mi sobrino
Evaristo y a mí, sin preguntar gracias a su inteligencia artificial, las
consumiciones que deseábamos y que tomamos rodeados de guirnaldas navideñas. SAM, previsor, ya lleva en su cabeza la corona de cartón
dorado de un Rey Mago. PAAF, repara algunos adornos en altura. Para
eso es un dron volador.
- No, pero lo tengo claro.
- ¡Que se vaya el virus!
- Por descontado, pero, antes, que se vayan nuestros políticos.
“Yo pido mejor educación”, señala ANDREA mientras deposita unos montados. “No saben ustedes como hablan y que cosas dicen algunos. Parece que estén en las Cortes”.
Nos quedamos sin habla mi sobrino y yo, rememorando espectáculos penosos por parte de muchos parlamentarios. Igualmente, da vergüenza oír lo qué algunos herederos de la Transición formulan con naturalidad. Hizo bien Felipe VI en recordar en su discurso navideño, como resumía Zarzalejos en El Confidencial, la importancia del sentido de la Historia; la necesidad de grandes acuerdos transversales; una necesaria generosidad; el sentido de la responsabilidad; y una imprescindible visión de futuro.
- Feijoo ha reprendido públicamente a Casado por sus actitudes parlamentarias, señala, al cabo de un rato, Evaristo.
“No se queje”, interrumpe SAM mientras nos repone las bebidas. “En otros sitios están peor”.
- Puede ser, y no es un consuelo, señalo, pero hay otra cuestión. Llevamos demasiado tiempo tocando el cielo sin entrar, sea por culpa nuestra o ajena, mientras vemos a otros dentro tomándose copas y mirándonos de reojo con mala cara. ¡Cualquiera se pondría nervioso!
“¿Eso
ha pedido usted a Papa Noel y a los Reyes?”, pregunta, asombrada, ANDREA
a mi sobrino.
Todos los clientes le aplauden, no sólo
ANDREA, SAM y yo. Hasta el escurridizo dueño del bar, mientras se acerca PAAF,
el dron reconvertido en el mayordomo volador del establecimiento. “La casa les
invita”. ¡Mira qué bien! Enfundados en nuestros abrigos nos vamos Evaristo y yo
intentando aferrarnos a la esperanza.
Carlos Miranda, Embajador de España