EN LA BOCA DEL HIPOPÓTAMO
Madrid, 10-02-2020
(Tiempo de lectura, breve 😊)
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Estamos Evaristo y yo en mi bar favorito abanicándonos a pesar de estar en pleno invierno. Esta canícula de cambio climático sorprendió a los dos androides encargados del local, ANDREA y SAM, a pesar, incluso, de su inteligencia artificial. De madrugada quitaron piezas defectuosas del aire acondicionado para sustituirlas esta noche. Evaristo viste de explorador de los manantiales del Nilo con un sombrero de ala muy ancha.
-
¿Te
sientes a gusto así vestido?, le pregunto socarronamente.
- Identificado con un “safari” ....
-
Como
Sánchez en Barcelona ...
-
¿Perdona?
...
-
Bueno,
se fue a la capital del Principado en busca de caza mayor y por ahora está
en la enorme boca de un hipopótamo, un animal que algunos creen inofensivo,
esperando que no se cierre.
“Parece usted una pitonisa”, le dice SAM riéndose,
mientras recoge la mesa.
- ¿Qué son, Evaristo, esos imponderables dañinos?
ANDREA,
repuesta de su mal funcionamiento anterior, nos trae, como siempre, las
consumiciones que deseábamos y deja caer solícitamente: “Es mejor hablar …”.
-
Es
verdad, reconoce Evaristo, pero las circunstancias que rodean el encuentro de
Sánchez con Torra causan también inquietud. Ciertamente, está cumpliendo las
recomendaciones de Junqueras transmitidas por Rufián: iniciar las negociaciones
hispano-catalanas sobre futurología ibérica.
-
Con
ello, comento, podría cerrar el presupuesto y asegurarse así dos años de
gobierno.
-
En
efecto, reconoce Evaristo. Sánchez primero se encaramó al pedestal de La
Moncloa con la moción de censura, luego conservó el equilibrio apoyándose en
Iglesias y ahora espera sentarse confortablemente con la ayuda de Junqueras.
-
Un
tipo listo, sobrino.
-
Sin
duda, “El Principe”, de Maquiavelo, es su libro de cabecera…
-
…
Dicen, le interrumpo, que el modelo de su autor fue Fernando el Católico, un
rey admirado en España.
-
Sánchez,
prosigue Evaristo, imperturbable, tiene cuatro cuestiones que cuidar: la economía,
Cataluña, Iglesias y los “imponderables dañinos”. La economía debería controlarla Calviño, en buena
sintonía con Bruselas, para permitir, razonablemente, las políticas sociales
además del crecimiento económico, aunque las nubes de una desaceleración siguen,
sin embargo, en el horizonte. Además, el coronavirus puede enturbiarlo todo si,
por su culpa, China ralentiza su economía, lo que tendría una repercusión
mundial.
-
En
lo de Cataluña, cualquier cosa puede
ocurrir, señalo: bueno, malo y peor.
-
Por
ahora, se recrudece la guerra entre Puigdemont y Junqueras, subraya Evaristo,
con unas elecciones en Cataluña sin fecha, pero ya fantasmagóricas. El objetivo
del fugado: castigar a ERC por colaborar con el enemigo (España), evitar un
tripartito ERC-PSC-Podem y cargarse la mesa de diálogo pidiendo imposibles como
el relator (internacional), la autodeterminación, la amnistía de los presos del
“procés” y el fin de la “represión” (retirada de la policía nacional y de la
guardia civil).
-
¡Total
“na”!
exclamo. ¿No bastan las salidas de día de los presos ni una reforma penal para
ponerles en la calle?
-
No.
Son victorias suyas, sin contrición alguna. “¡Solo la independencia!”,
es la consigna.
-
¿Tiene
alguna alternativa la derecha?
-
No
parece, admite
Evaristo. También hay que aventurar cuánto tiempo Iglesias
aguantará dando la imagen amable de pertenecer a la izquierda del PSOE.
-
¿Un
par de años? pregunto.
- -
Según
cuando convenga, responde Evaristo, que se rompa la coalición con vistas a nuevas
elecciones. Por hora, Iglesias se incorpora al “casting” de la mesa de dialogo
con el Govern, con sus ventajas y riesgos para Sánchez. No buscará solo el “Oscar”
del mejor actor de reparto …
- ¿Qué son, Evaristo, esos imponderables dañinos?
-
Son
imprevistos que te hacen fosfatina: Delcy Rodríguez y Ábalos en Barajas; el
malestar del campo; las autonomías que no cobran los 2.500 millones de euros que
les deben; un trato a Cataluña mal digerido; cualquier cosa que enturbia, harta
o enfurece a un elector. Por ejemplo ...
-
Déjalo,
sobrino, déjalo. Tengo prisa, pero, mantenle la boca abierta al hipopótamo.
Carlos Miranda, Embajador de España